| El duende de tu son, che bandoneón
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| Se apiada del dolor de los demás
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| Y al estrujar tu fueye dormilón
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| Se arrima al corazón que sufre más
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| Estercita y Mimí como Ninón
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| Dejando sus destinos de percal
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| Vistieron al final mortajas de rayón
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| Al eco funeral de tu canción
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| Bandoneón, hoy es noche de fandango
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| Y puedo confesarte la verdad
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| Copa a copa, pena a pena, tango a tango
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| Embalado en la locura del alcohol y la amargura
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| Bandoneón, ¿para qué nombrarla tanto?
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| ¿No ves que está de olvido el corazón?
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| Y ella vuelve noche a noche como un canto
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| En las gotas de tu llanto, che bandoneón
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| Tu canto es el amor que no se dió
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| Y el cielo que soñamos una vez
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| Y el fraternal amigo que se hundió
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| Cinchando en la tormenta de un querer
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| Y esas ganas tremendas de llorar
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| Que a veces nos inundan sin razón
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| Y el trago de licor que obliga a recordar
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| Si el alma está en «orsai», che bandoneón
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| Bandoneón, hoy es noche de fandango
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| Y puedo confesarte la verdad
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| Copa a copa, pena a pena, tango a tango
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| Embalado en la locura del alcohol y la amargura
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| Bandoneón, ¿para qué nombrarla tanto?
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| ¿No ves que está de olvido el corazón?
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| Y ella vuelve noche a noche como un canto
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| En las gotas de tu llanto, che bandoneón |