| Avivando la llama con las manos sudadas
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| Calles abarrotadas y ahora, se bate en retirada
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| Y tú, que haces como si nada y nos haces la cama
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| El tiro de gracia, tantos gilipollas y tan pocas balas
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| Perdiendo la calma, ¿dónde está exiliada?
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| Voces silenciadas, la muerte anunciada
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| Y tú, la espina clavada que nos saca del mapa
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| Me duele hasta el alma cuando haces de sorda y también de callada
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| Y no me callaré aunque me lo digas, harto de despedidas
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| Di que esa boca sí que es mía
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| Y si me voy has de saber que no salvé los muebles de tus llamas
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| Lo pude hacer pero ya me cansé de pólvora mojada
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| Si me ves volver será para arrancar del labio la mordaza
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| Quitar el pan de quien nos quiere mal traer con sus migajas
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| A marchas forzadas, con la herida descalza va…
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| Duele cada pisada alejada mal dada marcando distancias
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| Entre dos miradas está otra franja horaria
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| La línea divisoria que empieza en el punto donde todo acabará
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| Cruzando horizontes de lengua extranjera
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| Grita polizonte, miedo del centinela
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| Vidas obligadas a ser refugiadas cruzan la frontera
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| Nadie es profeta en su tierra, solo es portadores de vergüenza ajena
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| No me pararé aunque me lo digas, no vivo de rodillas
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| Sigo baldosas amarillas
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| Tengo un faro que ilumina cada uno de los pasos
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| Que quedan por recorrer
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| Cuando te pierda la pista o de vista
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| Pero no mis ganas de volverte a ver… o verte volver
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| Y si me voy has de saber que no salvé los muebles de tus llamas
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| Lo pude hacer pero ya me cansé de pólvora mojada
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| Si me ves volver será para arrancar del labio la mordaza
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| Quitar el pan de quien nos quiere mal traer con sus migajas
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| Y si me voy, y si me voy, y si me voy…
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| Esto es el canto de la gente desterrada
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| Que no vuelven a dar vueltas de campana |